20 de abril del 2021.
La noción de ícono ha retomado, recientemente, mucha fuerza en las reflexiones acerca de la imagen visual. Puede ser clave para la interpretación de las artes. La disciplina filosófica que se ocupa, normalmente, de las artes como su objeto, es la Estética, pero como filosofía del arte. Ésta se ha encargado de estudiar las artes, pero lo ha hecho oscilando entre dos extremos, el univocista y equivocista, o ha prescrito lo que deben ser las artes y hacer los artistas o sólo ha descrito lo que son las artes y lo que hacen los artistas. Pero de lo que se trata es de interpretar, de comprender profundamente. La hermenéutica analógica, en este sentido, sería de mucha utilidad a la Estética. Además de aportar lo propio de su disciplina, teórica y prácticamente, aporta el concepto de analogía, que es sentido de proporción. Y la analogía conecta con el ícono. Mauricio Beuchot, inspirado en Charles Sanders Peirce, ha llamado a su propuesta también Hermenéutica analógico-icónica, porque la noción de ícono, tal como lo entiende Peirce, es un tipo de signo en tensión, a la mitad entre lo natural y lo cultural, ni unívoco ni equívoco, sino análogo, proporcional. El ícono es una representación que ni se agota en sí misma ni se dispersa en una infinidad de sentidos o significados. Y para la Estética esto es muy útil, porque le permitiría interpretar a las artes como íconos o símbolos del ser, de la gratuidad, de la belleza, de la cultura y el espíritu, de lo humano y del artista. En este trabajo me propongo defender que la noción de ícono, tal como la trata la Hermenéutica analógica, es muy fecunda para la Estética, pues le permitiría hacer exploraciones que rebasan tanto a la Teoría del Arte como a la Historia del Arte.
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